Por Federico Manuel Cabrera

Colón celebra un siglo de uno de sus mayores íconos culturales. El Teatro Centenario llamado así en conmemoración al centenario de la patria cumple 100 años y, lejos de estar de fiesta, sus puertas permanecen cerradas. Sin embargo, vecinos, gestores culturales y autoridades locales y provinciales han unido sus voces para recuperar su valor arquitectónico, simbólico y social. El objetivo es claro: que el teatro vuelva a latir como corazón cultural de la ciudad.
“Es parte importantísima de la historia de Colón”, dice Jorge, uno de los referentes del movimiento ciudadano que impulsa su recuperación. “Tiene una trayectoria riquísima, fue atravesado por diferentes etapas, desde sus dueños originales, la familia González, hasta momentos de cierre y reapertura. Es el corazón de la identidad colonense”, subraya.
Desde su construcción a comienzos del siglo XX, el teatro fue mucho más que un espacio para funciones artísticas: fue sala de cine, escenario de debates políticos y sociales, y punto de encuentro para generaciones. Su arquitectura y acústica lo convierten en un ejemplar único en la región, con valores que exceden lo material. “La comunidad es parte de su significación cultural afirma una de las especialistas en patrimonio que impulsa su revalorización. Un teatro sin público no cumple su función, y acá el pueblo fue siempre parte activa.”
El edificio lleva cerrado desde 2022, tras una última etapa impulsada por el actor Benagli, que lo posicionó como atractivo cultural turístico. Desde entonces, el deterioro avanza, visible incluso desde la calle: chapas flojas, humedad y abandono. Preocupados por este panorama, un grupo de vecinos organizó una campaña para evitar su pérdida definitiva. Más de 850 firmas fueron presentadas ante el municipio y autoridades provinciales, acompañadas de reuniones, documentos técnicos y propuestas de acción.
En este centenario, el movimiento ciudadano ha decidido conmemorar la fecha de forma simbólica. La consigna: mantener viva la memoria del Teatro Centenario. Durante mayo se realizaron conversatorios, encuestas y una campaña de difusión en medios. Como cierre, este 20 de mayo se estrenará un documental audiovisual que rescata su historia y el rol fundamental que tuvo y aún puede tener en la vida cultural de Colón. Además, se prevé un acto conmemorativo el día 25, con música, teatro y la proyección del material producido, en la plaza Artigas o el museo local, según las condiciones climáticas.
“La intención no es solo recuperar el edificio. Queremos que el teatro vuelva a ser lo que fue entre 1993 y 2008, durante la gestión de Miguel Basuri: un espacio con vida permanente, donde cada fin de semana pasaba algo”, recuerdan con emoción quienes fueron parte de aquella etapa. Incluso mencionan con orgullo los esfuerzos vecinales de entonces, cuando más de 150 personas contribuían mensualmente para mantener el espacio abierto.
Hoy, el desafío es doble: detener el deterioro estructural y reactivar su función como centro de vida comunitaria. “No buscamos un teatro meramente comercial o turístico aclaran. Queremos que sea de todos, para todos. Un espacio donde la cultura no dependa de la temporada alta, sino que respire todo el año.”
El proceso será largo. Ya se elaboró una memoria descriptiva del edificio, documento base para iniciar una planificación que permita su restauración técnica, legal y simbólica. “Hay que partir de un análisis serio, de saber dónde estamos y hacia dónde queremos ir”, explican, dando una verdadera clase de planificación cultural.
Quienes llevan adelante este movimiento son conscientes de que los recursos económicos, los permisos legales y las gestiones no serán fáciles. Pero insisten: lo fundamental es la voluntad. “La comunidad está lista para acompañar. Solo falta que quienes tienen poder de decisión den el primer paso.”
El centenario del Teatro Centenario no será celebrado con cortinas que se abren ni butacas repletas. Pero será, sin dudas, una bisagra: una oportunidad para reconstruir, con memoria y compromiso, un emblema que lleva un siglo abrazando a Colón desde su escenario. Como dicen sus vecinos, no es un gasto: es una inversión en identidad, cultura y futuro.