Por Federico Manuel Cabrera
En un contexto social atravesado por la incertidumbre, la sobrecarga emocional, la sobreinformación y las carencias del sistema de salud pública, la salud mental se instala cada vez con más fuerza en nuestra vida cotidiana. Así lo expresa, la psicóloga Milagros Caristi de la localidad de Colón Entre Ríos que trabaja con niños, adolescentes y adultos, y advierte sobre una creciente problemática: la ansiedad como síntoma y como padecimiento estructural de nuestros tiempos.
“Trabajo con personas de distintas edades, pero en los últimos meses se ha vuelto muy común recibir consultas por ansiedad, especialmente en jóvenes y niños”, señala Milagros Caristi. A pesar de que históricamente se asocia la ansiedad a los adultos, ella sostiene que los chicos también están siendo atravesados por una sensación de amenaza constante, y muchas veces no cuentan con adultos que reconozcan el problema ni sepan como acompañarlos.

La profesional se refiere al tema con claridad y empatía. En sus palabras, no busca demonizar la ansiedad, sino normalizarla: “La ansiedad no es mala en si. Es una emoción que nos ayuda a sobrevivir, nos mantiene alertas, nos prepara para responder, a situaciones en peligro. El problema aparece cuando ese peligro no es real, cuando la amenaza no existe y aún así el cuerpo reacciona como si tuviera que escapar o defenderse.” Este desajuste entre percepción y realidad, explica, es lo que genera el sufrimiento: taquicardias, falta de aire, pensamientos catastróficos, insomnio, o incluso crisis de pánico. Y si bien aclara que la ansiedad en dosis moderadas es parte de la vida cotidiana, “todos los sentimos alguna vez”, hace hincapié en el riesgo de normalizar sus formas más extremas sin atención adecuada.
También advierte sobre las dificultades que enfrenta el sistema sanitario, especialmente en zonas pequeñas: “Nos encontramos con problemáticas que no tenemos forma de abordar, porque no hay respuestas claras desde los organismos estatales. Es muy difícil trabajar así. Y aunque no es algo exclusivo en Colón, Entre Ríos, en pueblos chicos todo se nota más.” En este sentido, remarca la importancia de no minimizar lo que les sucede a los demás. “Para un niño, un examen puede ser el evento más importante del mundo. Si le decimos que eso no es un problema real, lo dejamos solo con la angustia, sin herramientas. Y así crece la ansiedad.” Entre los recursos que utiliza en terapia para abordar este malestar, menciona estrategias concretas: lo sensorial como vía de escape (agua fría, hielo en la nuca, cambios de temperatura), técnicas de respiración, música, distracción, contacto físico, y sobre todo, la palabra: “Hablar ayuda. Sentirse acompañado reduce mucho la intensidad del malestar. El problema es que todavía hay mucho prejuicio: sigue siendo un tabú decir que vamos al psicólogo o que tomamos medicación”
Y eso también es importante remarcar: la salud mental no esta mal. Tener ansiedad no esta mal. Tener ataques de pánico, estar medicado, pedir ayuda, no está mal. Al contrario, es lo que necesitamos hacer como sociedad para que cada vez sea menos tabú y se hable más de esto en escuelas e universidades. Muchas veces cuando se habla de ansiedad, pareciera que es algo que solo le pasa a los adultos, y en realidad afecta a todas las edades, pero es más fácil tratar desde pequeños. Cada vez más infancias y adolescentes atraviesan esta problematica. Por eso, es importante prestarle atención a lo que están viviendo, sin subestimarlos ni minimizar sus emociones.
Otro punto clave en esto es trabajar desde la prevención, en el ámbito educativo, en las familias, en los espacios comunitarios. Si un niño puede reconocer que lo que siente es ansiedad y puede pedir ayuda, eso es un gran paso. Lo mismo para un adolescente, que muchas veces se encuentra solo lidiando con un montón de exigencias, miedos, presiones, y no sabe cómo gestionarlo.
También, en el caso de los adultos, es importante dejar de exigirnos estar bien todo el tiempo. No siempre vamos a poder con todo, y eso está bien. La ansiedad muchas veces aparece porque sentimos que tenemos que rendir, responder, cumplir, estar disponibles, ser exitosos, no fallar. Y eso genera una presión constante que nos va agotando. A veces simplemente necesitamos bajar un cambio, frenar, respirar, priorizarnos.
Hablar de salud mental es urgente. Escuchar a quienes la están pasando mal, también. Empecemos a construir espacios donde podamos hablar sin miedo, sin prejuicios, sin vergüenza. La ansiedad se puede tratar. Se puede aprender a convivir con ella.
Por eso, cierra con un mensaje claro y sin rodeos: “La ansiedad no es debilidad. Es una respuesta humana frente a un entorno que muchas veces no nos contiene. Necesitamos más conciencia, más empatía, y sobre todo, más presencia del Estado para garantizar el derecho a la salud mental.”
Entrevista a la psicóloga Milagros Caristi (@miro_ca) en Instagram